Luisa Aldaburu
El arte como conexión con lo esencial


Naturaleza, piezas curvas o curvadas, diálogo meta-artístico, solidaridad. Son algunas palabras que la definen como artista. Luisa Aldaburu Aizpurua nació en Zumaia hace 52 años, aunque desde 2003 reside en Lekunberri. Está casada y tiene dos hijos de 26 y 23 años. Es licenciada en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco (UPV), que finalizó con matrícula de honor. Artista multidisciplinar, lo mismo dibuja y pinta que esculpe en piedra, papel, madera... y también experimenta con la fotografía. En estos momentos es la comisaria de una exposición de arte en Zumaia que se verá en verano y prepara su participación en otra expo de mujeres escultoras en Pamplona...
Entre medio saca tiempo para escaparse por el monte con sus perras y recoge ramas caídas o piedras olvidadas -cuando no rescata gatos enfermos o abandonados-. O bien dedica un rato, sagrado, a conectar con el “arte puro”, con las formas, las curvas -no es de líneas rectas para nada, como no es de lo convencional-, lo natural, lo esencial. Y en ese perderse en alas de arte, encontrándose sola consigo misma, conectada a lo más puro y esencial de la experiencia artística, encuentra paz. “Me encanta dibujar”, indica Luisa. También reconoce que escribe poesía y canta en un coro. Nadie diría que tuvo una infancia oscura que la arrastró a la tristeza y a la anorexia, aunque finalmente y sobre todo gracias al arte, que fue su “alivio” y su tabla de “salvación”, no solo salió adelante, sino que creció y se empoderó.
Quizá porque conoció de cerca el dolor, empatiza fácilmente con los colectivos más vulnerables y por eso le gusta participar en causas solidarias y comunitarias. No es raro verla echando mano en un hospital o en una escuela organizando actividades artísticas como talleres o murales. También se encarga todos los años de diseñar y elaborar a Attezarko, pelele que se quema en los Carnavales en Lekunberri.
Entre el ruido y el silencio
Cuando trabaja en sus proyectos artísticos suele hacerlo en una borda cercana a su casa, alejada del pueblo que le presta una familia amiga. Ahí no tiene que preocuparse por quejas vecinales por el ruido y el polvo si, por ejemplo, está cincelando una pieza de piedra. Pero muchas veces solo hay silencio y Luisa Aldaburu puede perderse en sus ensoñaciones, en sus investigaciones y en sus proyectos, que derivan en piezas con formas abstractas o menos abstractas, depende. Piezas -dibujadas, esculpidas, moldeadas, fotografiadas...- con las que emprende una “aventura” dialógica, una suerte de “romance”, hasta dotarlas de la forma final, a veces muy distinta de la que pensó en un principio. Pero todas proceden de una mirada amplia, que supera los convencionalismos, las normas, las modas…, que observa el mundo atentamente para descubrir el arte, que surge y se muestra en cualquier parte y en cualquier momento, describe, muchas veces en esa Naturaleza que adora. Eso sí, sea con la forma, sea con el nombre que da a la pieza, intenta suscitar alguna reflexión, remover algunas conciencias, llamar a la mejora.
Se declara “feminista radical” y cree que sigue habiendo mucho machismo, incluso en el mundo del arte. Por eso, si se le habla de “arte femenino” salta y lo niega rotundamente. “El arte es arte, no hay arte femenino ni masculino”, alega. Y tampoco hay una “sensibilidad femenina”, hay “talento y trabajo” en mujeres y en hombres. En ambos casos, eso sí, se transmiten sentimientos, análisis, crítica, trabajo intelectual… Sí cree en el arte popular, comunitario. “Hay que acercar el arte a todo el mundo”, concluye, “que la gente pueda disfrutar de él y con él”.
Entrevista y texto: Mª Jesús Castillejo
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Mari
Talla en piedra


Ama
Papel maché y pintura sobre base de madera


Zintzilik
Fotografía


Mujer medicina /Emakume sendagai
Papel maché pintado y plantas medicinales secas.


5 obras
elegidas por la artista
Sorgiñak
Papel maché y pintura sobre tabla