Amaia Olcoz

Pinturas viajeras que “des-cuadran”

Amaia
Amaia

La Mona Lisa de Da Vinci, los grafitis de Banksy, los cielos estrellados y ondulados característicos de Van Gogh o dibujos animados como el pato Gilito o la pantera rosa son perfectamente reconocibles en los “des-cuadros” de Amaia Olcoz Zozaya (Pamplona, 1969), pero, eso sí, ofrecen su propio toque personal, en que no falta el humor o la crítica, pero tampoco la ternura o la reflexión. Des-cuadro es el nombre de una exposición que ha estado instalada ya en más de 30 lugares diferentes: Nueva York, Sevilla, París, Zaragoza, Tafalla, Abu Dabi, Berlín, Zarautz… y también Pamplona. Actualmente se puede visitar en Civivox Milagrosa y está formada por 25 obras, de las más de 70 que ha pintado ya, sin contar los bocetos que esperan su turno.

Sus obras, sin duda, impactan. Para empezar por su tamaño – la obra más pequeña es de 100 x100 cm y la más grande de 160 x 120 cm-; también por los temas que aborda -los malos tratos, la guerra, los abusos, el consumismo voraz, la emergencia climática, la gordofobia, el bullying etc. Y, además, por los fuertes y variados colores y por el acierto al darle una vuelta de tuerca a la obra original. Son cuadros con personalidad, como su autora. Por eso, no duda en vestir con colores o prendas llamativas que, sin embargo, no ocultan una faceta más reflexiva, dulce y soñadora. Al fin y al cabo, su primera formación fue el diseño y el diseño de moda y más tarde se metió en escenografía. También ha ilustrado cuentos. Hoy vive en Tafalla con su marido y sus 2 hijos.

Aunque trabaja, saca tiempo para pintar “mucho” según admite. Pero sus obras no son cuadros, ella los llama “cuenturas”, cuentan historias a través de la pintura y de la palabra de los textos que acompañan a cada una. Si tuviera que resumir que es Des-cuadro, Amaia Olcoz afirma: “Es un juego en el que digo cosas muy serias a través de personajes amables, por eso descuadra”. Cada “cuentura”, explica, es como un golpe en la conciencia de la sociedad que las permite o que mira hacia otro lado. También señala la obra titulada GritArte -una mujer gritando rodeada por ondas coloridas al estilo de Van Gogh-. “Resume el espíritu de Descuadro, un grito desde mi forma de comunicación, el arte, contra todo aquello que creo que merece una reflexión o un cambio”.

Pero demos unos pasos atrás. “Todo lo que sea potenciar el arte y la creatividad me llena y me hace feliz”, reconoce la artista. “Dibujo desde que recuerdo, creo que antes de andar o hablar”. Con 6-7 años su madre ya la mandó a un estudio de pintura. Acabó estudiando Diseño en Zaragoza y se dedicó al diseño de moda, creando sus propias colecciones. Posteriormente, dio un giro hacia el teatro, donde trabajó como guionista, escenógrafa y directora. Durante un tiempo vivió en Sevilla donde ganó premios por vestuario, attrezzo y escenografía y en poesía… De vuelta a Navarra siguió pintando y un día se le ocurrió Des-cuadro. “Soy muy fan de la cultura pop y de los cómics y me pareció un medio de expresión muy familiar y accesible para mí”, explica. Su primera obra fue, en 2021, una Marilyn Monroe con moratones como forma de denunciar la violencia contra las mujeres.

Desde diciembre de 2022 la exposición ha viajado por el mundo hasta recalar hoy en la Milagrosa. Después irá a Lerín y a Tafalla. Las últimas obras en sumarse a la colección han sido Insumisa -, que es “una protesta contra la cosificación de la mujer a manos de las tradiciones”, y Laberinto -que “habla del resurgimiento personal tras procesos oscuros (depresión, duelo...) y es un brindis a la esperanza”. Sobre su obra favorita, aunque le cuesta mucho elegir, finalmente señala Los invisibles -un niño pequeño agachado y rodeado por letreros y mensajes de consumo-, por “su fuerza, por ese grito en contra del materialismo feroz” y de la pobreza extrema y el hambre.

Emulando a Banksy

En la Milagrosa se puede ver también a la abuela Emma y Piolín rechazando el “edadismo”, a la niña del napalm de aquella famosa fotografía, a la pantera Rosa con botas altas de drag queen -defendiendo la libertad de ser quien cada uno o una quiera-, 16.000 Jessicas -una llamativa mujer con un solo pecho, referencia del cáncer de mama- … y también La niña interior, que pinta un arco iris en medio de una tormenta y es ejemplo de resiliencia. “Es un guiño a Banksy -grafitero británico- en cuanto al estilo”, señala Amaia Olcoz. “Y habla de la inocencia infantil que jamás debemos perder para sobrevivir al oscuro mundo de los adultos”. De Banksy, muy presente en su obra, le atrae “la crítica, la actualidad, la verdad descarnada, el contacto con la calle y visualmente me encantan las figuras en alto contraste mezcladas con color”. Y el humor… “El humor es tan importante como el oxígeno para sobrevivir y en mi caso, el pensamiento crítico y la consciencia también”. Sobre el tamaño grande de sus obras, se ríe al decir que “soy exagerada por naturaleza en todas las parcelas de mi vida”. Tampoco utiliza simples lienzos, sino tableros de DM, es lo que le gusta...

Por otro lado, destaca la naturalidad con la que los más pequeños contemplan sus obras. “Los niños son increíbles, lo captan a la primera y además su libertad a la hora de opinar es maravillosa. Los adultos son más tímidos, pero recuerdo gente conmovida y también críticas feroces, pero eso también forma parte de esa libertad que tanto defiendo”. Una obra que no está en la Milagrosa hace referencia a la terrible inundación en Tafalla en 2019 que arrasó su casa y los dejó casi sin nada. “Se llama Nueve de Julio y es un homenaje a todos aquellos y aquellas que nos rescataron del infierno”.

Entrevista y texto Mª Jesús Castillejo.

Foto: Sergio Martín

Los invisibles. Acrílico sobre tabla 129x160 cm.

Sueña. Acrílico sobre tabla 120x140 cm.

Obras
elegidas por la artista

GritArte. Acrílico sobre tabla 129x160 cm.

Sueño estrellado. Acrílico sobre tabla 129x160 cm.

El duelo. Acrílico sobre tabla 120x140 cm.