Natxo Barberena
Arquitecto, pintor y poeta, o viceversa


Se lo toma con humor, aunque sabe que salirse del molde acarrea a menudo soledad. Pero no tiene la culpa de si aquel niño enfermizo que pasaba más tiempo en casa que en la calle al final floreció y se expandió, como se expanden las flores que pinta últimamente y que se pueden ver en la exposición Susurros de primavera, en el Nuevo Casino de Pamplona hasta el 30 de junio. Natxo Barberena Biurrarena, nacido en 1963 en el seno de una familia de Huarte, es arquitecto, pintor y poeta, no necesariamente en este orden. Tiene varios poemarios publicados y ha expuesto en muchas ocasiones. Además, escribe con regularidad en un periódico local. Son “reflexiones sobre la vida y sobre el arte”, según dice. En las que no duda, eso sí, en ser crítico cuando toca.
De niño tenía asma y ello le hizo refugiarse en la lectura. A través de los cuentos y más tarde de los libros podía “volar” y dejarse llevar. Pronto empezó también a escribir y a pintar, mientras observaba, de vez en cuando, a su madre dibujando o a su tía abuela cosiendo con primor. Cuando creció, decidió estudiar Arquitectura. Reconoce que la carrera fue larga y dura, pero entre medio tuvo la suerte de conocer algo diferente: el taller de Patxi Buldain, artista que venía de París, con ideas libertarias y revolucionarias para la época. Con él aprendió a dibujar de verdad. “Nos animaba a probar, a lanzarse, a perder el miedo…”.
Estuvo siete años en el taller hasta que lo cerraron. Pero siguió pintando y escribiendo mientras terminaba de estudiar y abría, con dos colegas, un estudio de arquitectura. Más adelante fue seleccionado para dirigir las Escuelas Taller del Ayuntamiento de Pamplona, puesto que sigue ocupando en la actualidad. Además, ha publicado los poemarios El olor de la vida (2012), Periplo al interior de mi noche (2016), El sentir al transitar el año (2018), Reflejos del devenir (2020) y Ajuste de cuentas (2024). Está casado y es padre de dos hijos Hace unos años tuvo que hacer frente a un drama familiar que puso a prueba su entereza y la de los suyos, hoy ya asumida como algo de lo que no deja de aprender día a día.
Charlamos sobre todo de su camino como pintor y poeta y de algunas experiencias interesantes. Como una ocasión en la que invitó a 16 artistas para que elaborasen 16 ilustraciones basadas en su poemario El sentir al transitar el año. Posteriormente, 16 poetas siguieron con la onda concéntrica creativa y compusieron un poema inspirado en las obras diseñadas anteriormente por los 16 artistas plásticos. O aquella vez en el Planetario de Pamplona, donde colgó un gran pintura suya titulada Numen e invitó a 30 poetas a que elaborasen 30 poemas. “Fue increíble”, destaca “porque cada uno vio una cosa distinta”...
Pintando poesía, escribiendo colores
Natxo Barberena explica que con la arquitectura se siente cómodo porque le gusta “su firmeza y su belleza”. Por otro lado, sus “ensoñaciones” cogen forma a través de la pintura, un universo onírico plagado de personajes originales, a caballo entre lo humano, lo animal y lo vegetal, entre la naturaleza y el mundo urbano, entre lo figurativo y lo abstracto. Y es que su camino es una búsqueda incesante, un seguir lanzándose al vacío, como cuando Patxi Buldain le animaba a probar, a arriesgarse. Con un toque irónico unas veces, poético otras, como el que colorea las flores y las hierbas altas y parece mover a los insectos que pululan por los cuadros de la exposición actual. Pero lo emocional viaja sobre todo a través de su poesía, cosida con versos francos, sencillos, sin demasiado adornos, como pequeños relámpagos, unos con sonoros truenos, otros sin apenas ruido. Unos alegres y llenos de vida, de fuerza, otros con sincera y dolida melancolía...
“Hay días en los que uno está ausente
de la vida
de lo que le rodea
y nada penetra en esa ausencia.
Hay días en los que uno está ausente
porque se ha ido
sin irse
y nada consigue devolverte
a la atención del devenir
de la vida.
Hay días en los que uno está ausente
de todo
porque quiere
porque lo desea
porque lo necesita
porque de vez en cuando
uno se baja de la vida
y se ausenta de ella”.
Del poemario Reflejos del devenir.
Qué es el arte
Con un lenguaje igualmente franco a la par que cuidado, Natxo Barberena escribe sus artículos en el periódico local, para reflexionar sobre ciertas cuestiones de la vida que pasan desapercibidas muchas veces entre la vorágine de información y de imágenes de un mundo actual entre real y virtual. Esas cosas que nos preocupan a todos y que a veces no sabemos cómo nombrar. También, sobre el arte. Lo explicaba así en un artículo:
“El arte es una forma de expresión universal, lo podemos encontrar en cualquier parte del mundo independientemente del idioma, costumbres o tradiciones, ya que el arte expresa lo intangible común: la alegría, la tristeza, el amor, el miedo, el horror, la soledad, la muerte, la vida, la belleza, la fealdad… Todo esto es percibido en todas las partes del planeta de similar manera, con sus matices propios. Por lo tanto, toda expresión artística, de cualquier lugar de este hermoso, y de momento único mundo, es expresión humana, es la reflexión de alguien que siente, padece, goza, sufre, ama… como nosotros.
El artista se nutre de la vida misma, de sus vivencias propias y las de los demás. Todo es fuente de inspiración. El artista para poder realizar su obra necesita en un momento dado, calma, quietud, sosiego, para poner en orden todo lo que ha embebido, todo lo que ha penetrado en su corazón-cabeza para poder plasmarlo a través de su forma expresiva.
El artista para crear, tiene que salir a la calle, patearla, mezclarse entre la gente, sentirla. Sentir no solo él/ella, sentir lo que sienten los demás, lo que les agobia, atormenta, les calma, les colma y les da placer. El artista es un ser altamente sensible que capta lo que pasa a su alrededor, muchas veces intuye el futuro y sus obras se adelantan al presente...
El artista a su vez, debe penetrar en la naturaleza, fundirse con ella, dejarse llevar por las corrientes de aire, de agua, de olores, de colores y contemplar el milagro de la belleza, de la creación, de la vida y la muerte.
El arte de los demás es la fuente donde bebe la motivación para seguir creando, donde se aprende de la experiencia y resultados que han conseguido. Es el mejor ejemplo de cómo los demás solucionan a su manera lo mismo a lo que uno, una, se enfrenta.
Con todo esto, el artista plasma algo y ese algo pretende ser una devolución a los demás de lo que le ha sido regalado. Habrá veces que nos devuelva el horror, otras la violencia, otras la fealdad, otras la calma, el silencio, y otras muchas, la belleza”.
Entrevista y texto Mª Jesús Castillejo.


La fragilidad de la vida. 2024.
De la exposición PAUSE. 2005.


Periplo al interior de mi noche. 2016.


De la exposición Miradas de artistas. 2018.
Obras
elegidas por el artista
De la exposición Transformaciones. 2009.




De la exposición Un mar de primaveras. 2020.